
Más de 280 personas asistieron el pasado lunes 17 de febrero de 2025 a la jornada divulgativa «Acoso escolar y autismo. Buenas prácticas para una mejor intervención a partir de los resultados del estudio de Autismo España (2023)», organizada por APNABI Autismo Bizkaia en la Sala BBK de Bilbao. Este encuentro marcó el inicio del programa de actividades de la asociación con motivo del Día Mundial del Autismo 2025.
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El acto fue inaugurado por Mikel Pulgarín Romero, presidente de APNABI, y Mikel Juaristi, director para la Diversidad e Inclusión del Departamento de Educación del Gobierno Vasco. Pulgarín destacó en su intervención que «el acoso escolar es una de las lacras más terribles de nuestra sociedad» y que «tiene consecuencias negativas no solo para la víctima, también para su entorno». Asimismo, hizo un llamamiento a las personas allí congregadas -especialmente profesionales del ámbito escolar y familias- a colaborar para «construir un mañana mejor, especialmente por aquellas personas que no pueden hacerlo solas».
Juaristi, por su parte, subrayó la importancia de que el ámbito educativo trabaje para «apoyar, proteger, acompañar y crear contextos seguros y amables» con herramientas como «el proyecto Bizikasi -enfocado a aprender a convivir- o los BAT taldeak» que facilitan la detección de los casos de acoso y permiten una mejor atención. Aún así, quiso dejar claro el mensaje de que «aún queda mucho camino por recorrer» y que jornadas como esta de APNABI ayudan a poner el foco en población que de verdad lo necesita.
Estudio sobre acoso escolar y autismo
A continuación ofreció la ponencia principal Ruth Vidriales, psicóloga y directora técnica de Autismo España. En ella abordó las principales conclusiones del estudio realizado por la confederación en 2023 sobre acoso escolar y trastorno del espectro del autismo (TEA).
A pesar de la escasez de datos, de este trabajo se extraen algunas conclusiones interesantes: «El alumnado con autismo en las estadísticas oficiales del Ministerio no ha dejado de crecer. 1 de cada 3 estudiantes con necesidades de apoyo educativo asociadas a discapacidad es autista, y más del 84% estudian en educación ordinaria. Esta inclusión es más elevada en Euskadi.»
Según las encuestas realizadas, y tal y como expuso Vidriales, «la mayoría de este alumnado se siente apreciado en el aula» y existen altos índices de participación en las actividades propuestas por el centro escolar: el 86% acude a excursiones, el 77% a fiestas y el 60% hace trabajos grupales. Sin embargo, estas cifras son «significativamente menores en relaciones interpersonales y actividades no estructuradas desde el centro: el 43% está solo o sola en el recreo, y únicamente el 14% queda con compañeros y compañeras fuera del aula».
La soledad y el aislamiento es la forma principal de acoso escolar (72%), seguido de burlas e insultos (50%), agresiones físicas (43%) y ciberacoso (13%). Estas violencias se ejercen especialmente entre los 12 y 17 años y que están, sobre todo, dirigidas a menores autistas sin discapacidad intelectual. Con estos datos en la mano, Vidriales subrayó que «la conexión social con otras personas y disponer de una red de apoyo social es un factor protector de bienestar para los y las menores con autismo».
Las características propias del autismo y las dificultades en el ámbito de la comunicación hacen que, además, «El 33,5% “no sabe” si sus compañeros/as les insultan o hablan mal de ellos/as.»

Ante todo esto, Ruth Vidriales quiso poner de relieve algunas buenas prácticas dirigidas especialmente al ámbito educativo, vinculadas a: «Educar en la diferencia, enseñar al alumnado a convivir en la diversidad, impulsar la sensibilización como herramienta de prevención contra la discriminación, trabajar en valores para que las bromas no ofendan solo a las víctimas y que el resto del alumnado sienta seguridad y no miedo de denunciar una situación de acoso.
Mesa redonda de experiencias
Tras su exposición, tuvo lugar una mesa redonda en la que se compartieron testimonios personales y experiencias en el ámbito educativo, destacando algunas buenas prácticas. En este espacio participaron Mikel Sánchez Alustiza, persona con autismo socio de APNABI; Itsasne Foruria, orientadora de IES Arratia BHI; e Isabel Santín, profesora de itinerancia de APNABI. A través de sus relatos, se destacó la importancia de la sensibilización, así como el acompañamiento en los entornos escolares para prevenir situaciones de acoso y promover una educación inclusiva.
Sánchez inició la ronda exponiendo su testimonio como persona con autismo víctima de acoso escolar a la edad de 15 años: «Por desgracia en aquel momento no había protocolos como ahora. Llegó un momento en que se lo conté a mi madre» y explicó que solo el cambio de compañeros y compañeras puso fin a ese episodio.
Además de su trabajo, hoy en día es voluntario en un club deportivo infantil de Amorebieta «en el que participan menores de entre 6 y 15 años», y hace una importante labor de sensibilización compartiendo su propia condición antes participantes y sus familias. En la jornada también defendió la idea de que la prevención no debe limitarte al entorno escolar: «Los valores hay que trabajarlos en casa» y coincidió con Ruth Vidriales en que hay que atender también a espacios fuera de las aulas, como las extraescolares.

Isabel Santín, por su parte, expuso cómo desde APNABI existe un equipo itinerante que actualmente apoya a más de 700 alumnos y alumnas con autismo en cerca de 300 centros de todo Bizkaia. Organizan decenas de sesiones de sensibilización cada año, precisamente buscando impulsar esa prevención de la que hablaron en todas las intervenciones. Itsasne Foruria en su exposición relató cómo funcionan los protocolos en la actualidad, y destacó la importancia de foros como este organizado por APNABI para poner el foco es una cuestión muy preocupante para profesores y profesoras.
La jornada finalizó con una ronda de preguntas del público que permitió generar un espacio de reflexión y aprendizaje entre familias, profesionales y personas con autismo allí presentes.