Fiesta de Navidad en APNABI

Pocas cosas hay tan gratificantes como compartir una celebración con las personas que queremos y con las que nos une un proyecto común. Como cada año, cuando el almanaque pierde sus últimas hojas, la llegada de la Navidad nos ha vuelto a dar la oportunidad a las familias de APNABI de celebrar un nuevo encuentro y disfrutar de la tradicional fiesta de fin de año, con alegría y ánimo exaltado.

El txikipark Jaipark, de Txurdinaga, acogió por segunda ocasión la celebración navideña de APNABI, que tuvo lugar el pasado viernes día 21 de diciembre. Este gran espacio de ocio se llenó de niños y niñas, que disfrutaron de una jornada especial, en la que hubo juegos, entrega de regalos y el ajetreo entusiasta, con saltos y gritos propios de una gran fiesta infantil, entre piscinas de bolas y toboganes. Olentzero, que llegó a los sones de la su propia canción (horra, horra, gure Olentzero…) concitó el entusiasmo de todos y de todas, escuchó las peticiones con el temple que concede la edad y llenó las manos de los niños y niñas de bolsas con chuches y sus caras, con sonrisas nerviosas.

La vicepresidenta de APNABI, Begoña Álvarez, tomó el micrófono para llamar a los asistentes a presenciar el sorteo de la cesta de Navidad. La anécdota entrañable la puso la niña pequeña que sacó la papeleta ganadora pero necesitó la ayuda de un muchachote que, finalmente, leyó el número (255) con el que se premiaba a la familia agraciada. Tras el sorteo, Begoña Álvarez deseó a todas las familias un buen año y agradeció su asistencia a una jornada festiva que, como indicó, ha supuesto el broche de oro a las celebraciones del 40 aniversario de la asociación, en el que ha tenido lugar un hecho singular como es la inauguración de la nueva sede social.

Como ocurre siempre que las familias de APNABI celebran un encuentro, los chicos y chicas del Restaurante Zazpi, de la asociación “Entremanos”, dedicaron a los asistentes su particular homenaje gastronómico. Sus habilidades en la elaboración y el servicio de los pintxos y canapés dejaron huella, nuevamente, en los paladares de todos y alimentaron las tertulias con las que se reforzó la confraternización y los sentimientos de unidad.

¡Urte Berri On!

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